Benito Juárez es, sin duda, la figura política más emblemática de la historia mexicana.
El abogado y político, nacido en una familia zapoteca en el pueblo de San Pablo Guelatao, Oaxaca, un 21 de marzo de 1806, representa en sí mismo una vida de lucha y esfuerzo durante una de las épocas más complejas del país: los tiempos en los que se consolidaba la nación como república, siendo un parteaguas para la vida moderna de México.
Ocupó diversos cargos en su estado natal, hasta ocupar la silla presidencial varias ocasiones, entre el 18 de diciembre de 1857 y el 18 de julio de 1872, fecha de su muerte.
Ingresó en la carrera de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, en donde obtuvo en 1834 el primer título de abogado expedido por la Corte de Justicia del estado.
Es conocida su filiación masónica, la cual compartía con muchos otros políticos liberales, e incluso se inició en el Rito Nacional Mexicano de la masonería un 15 de enero de 1847, siendo ya diputado federal, en una ceremonia en el propio Congreso. Juárez adoptó como nombre masónico Guillermo Tell.
Juárez es conocido por la Reforma de la ley de 1859, la cual estableció una atinada separación de Iglesia y Estado, expropiando propiedades de la Iglesia e introduciendo las bodas civiles. Lideró a los liberales en la Guerra de Reforma de 1858-1861, enfrentándose a los conservadores que (como Miguel Miramón, Niño Héroe), apoyaban a Maximiliano de Habsburgo como emperador
Cuando los franceses tomaron la ciudad de Puebla en 1863, Juárez se trasladó al norte, organizando una ofensiva desde Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez). Con la derrota de Maximiliano en 1867, Juárez regresó a la capital, donde su gobierno se embarcó en programas de desarrollo económico y educativo. Fue elegido de nuevo presidente en 1871, y murió antes de terminar su mandato.
“Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, es su frase más recordada.
21 de marzo, el natalicio de este extraordinario político mexicano.