No resucitar, eran las palabras que se podían leer en un hombre de 70 años que llegaba inconsciente a un hospital de Florida, sin tener alguna identificación con él y sin algún acompañante.
Al principio, los médicos no querían hacer caso al tatuaje y actuar de la manera habitual para tratar de salvar la vida de la persona que se encontraba en esta delicada situación.
“Inicialmente decidimos no hacer caso al tatuaje, invocando el principio de no elegir un camino irreversible cuando se enfrenta la incertidumbre“, fue lo mencionado dentro del estudio de este curioso caso. Los doctores tomaron la decisión de tratar al paciente con antibióticos y otras medidas para tratar de salvar su vida.
A pesar de esto, llamaron al consultor de ética de este hospital, quien al final, tuvo una opinión completamente distinta a la de los médicos.
“Sugirieron que era más razonable inferir que el tatuaje expresaba una preferencia auténtica, que lo que podía verse como precaución también podía ser visto como una formalidad, y que la ley a veces no es lo suficientemente ágil como para apoyar el cuidado enfocado en el paciente y el respeto por los mejores intereses del paciente“, menciona el estudio.
Al final, pudieron encontrar una orden de no resucitar, la cual apoyaba la decisión del consultor, por lo que no hubo más que hacer y el paciente terminó falleciendo. Cumpliendo así la petición que se encontraba tatuada en su cuello.
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