En Filipinas celebran particular y sangriento jueves santo
Las personas buscan “limpiar” sus pecados con estas acciones.
La celebración de la Semana Santa en Filipinas comenzó con el calvario de miles de penitentes que se flagelaron hasta sangrar, además de arrastrar grandes cruces descalzos durante kilómetros para “limpiar” sus pecados.
Al norte de Manila, en ciudades de la provincia de Pampanga, las calles vivieron procesiones en donde hombres de todas las edades que iban con el torso desnudo, se azotaban con un látigo las espaldas, de igual forma, ofrecían a los asistentes el también realizar azotes sobre su persona.
La misa de jueves santo tuvo lugar en la Catedral de San Fernando, en donde se concentraron todos estos rituales paganos, además de recibir durante todo el día a lo penitentes que llegaban tras peregrinar durante horas con los pies descalzos y los potentes rayos de sol.
Uno de los penitentes que ha realizado la peregrinación y llega con el rostro cubierto, al igual que con una espalda ensangrentada por los latigazos recibidos comenta que “He caminado cuatro kilómetros descalzo, hasta aquí”, así lo afirma Abel, un hombre de 40 años.
Abel menciona que hace siete años, su hija fue diagnosticada con hidrocefalia con 8 años de edad, por lo cual ofrecía esta peregrinación “a cambio de que la niña siga creciendo y permanezca viva”, comentó.
“Ahora tiene 15 años y todavía está con nosotros, así que seguiré haciendo esto cada Semana Santa”, explica Abel.
Reynande Guindoi, un jóven de 21 años que no puede contener su llanto al relatar el motivo de su peregrinación por las calles filipinas, “lo hago para limpiar mis pecados. He tenido un problema grave en mi familia que no puedo contar y necesito ayuda de Dios”, comenta con voz temblorosa.
La mayoría de los penitentes prefieren usar el método de los latigazos, aunque muchos otros prefieren un martirio menos sangriento aunque igual de doloroso, como lo es el cargar a la espalda una cruz de madera de entre 20 y 35 kilos de peso.
La iglesia católica goza una fuerte influencia de la excolonia española y no aprueba este tipo de comportamientos, aunque tampoco se opone con fuerza ante los mismos.
“Les recomendamos que no hagan estas cosas, pero la tradición es muy fuerte. Además, es difícil juzgar lo que hay en el corazón de cada persona en términos de lo que está bien o lo que está mal” explica monseñor Eugenio Reyes, máxima autoridad de la catedral de San Fernando.