Han pasado ya casi 12 horas y ese problema no tiene una solución aparente. ¿Qué vas a hacer? Sabes que la respuesta no es tan complicada como parece, pero no tienes la inspiración suficiente para encontrar la solución. Vuelves a casa, considerando la derrota. Te metes al bañó, si vas a caer, caerás limpio. El agua empieza a caer. ¡Un momento! ¡La solución es tan simple! ¿Cómo no lo viste antes? Has salvado el día. Pasa muy seguido. Tener buenas ideas en la ducha es algo común pero, ¿por qué?
Tiene que ver con la relajación y la sensación de bienestar que te da estar bajo el chorro de agua. La conciencia entra en modo descansador de pantalla, es decir, que no estás sobre saturando de información tu cerebro como lo haces cuando estás pensando conscientemente.
Las diferentes zonas del cerebro empiezan a conectarse y esto produce asociaciones aleatorias que terminan siendo la inspiración para las buenas ideas. So lo piensas bien, este proceso también sucede cuando consultas con la almohada las decisiones.
Para tener buenas ideas necesitas tener un poco de dopamina en tu cuerpo para tener una sensación de placer, distraerte en algo como correr, conducir o darte un duchazo y las ideas fluirán por si solas.