La mejor amiga del diseñador Jorge Ibañez, Flor de la V, escribió un texto en el que deja en evidencia el dolor que le provocó la repentina muerte de su amigo.
Esta es la carta:
“Definitivamente el bien ha perdido una batalla. Hoy el mundo es un poco menos bueno. No solo mi mundo, al que le va a faltar alguien tan especial, un alquimista que podía hacer que cualquier momento triste o vulgar se transformara en mágico e irrepetible. Al mundo, con mayúsculas, le va a faltar alguien que representaba el bien.
Esta carta está escrita en primer lugar para quienes no conocieron a Jorge. Quiero que sepan ahora que no está (o ahora que está más que nunca) quién era ese hombre luminoso, lleno de amor en las manos, cuya mirada calaba tan hondo que llegaba siempre al alma. Muchas veces se dice que la muerte mejora la imagen que tenemos de las personas. No es este el caso no, definitivamente, la verdadera imagen de Jorge era la que mostraba su pasión por la vida, una pasión lograba transmitir hasta al más desolado.
Jorge era la vida, era una persona en estado de primavera permanente. Jamás conocí a alguien a quien le resultara tan propia la felicidad o la tristeza ajenas. Es que para él nada era ajeno te miraba y decía contame y, como solo saben hacer los elegidos, se iba mimetizando con tus historias como si fueran propias; entonces mágicamentete hacía sentir que tu alegría se amplificaba o tu dolor se reducía. Aún en su reconocido e inigualable talento como creador se le notaba ese amor por el otro. Porque él no sentía el orgullo egocéntrico de ver reconocidos sus vestidos; él sentía la satisfacción plena de haber ayudado a que alguien se sienta más bella, más plena, en total armonía consigo.
Ahora quiero hablarte a vos, Jorge. Quiero que estas palabras vuelen y surquen los cielos para llegar a esos oídos que tantas veces con tanto amor me escucharon. No me queda la sensación de no haberte dicho lo mucho que te amaba; todos te amábamos y te lo decíamos, Pablo, mis hijos, pero es inevitable sentir que la muerte me arrancó una parte de mí, que tu ausencia será ahora una presencia permanente, necesaria.
Sé que no te gustaría verme devastada, sé que me abrazarías hasta que mis lágrimas te llenaran esos hombros de seda que tenías. Jamás, ni en la peor de mis pesadillas podía imaginarme que te irías tan pronto. Es terrible afrontar tu muerte sin vos, que eras quien siempre me auxiliaba ante el dolor. Pero quiero decirte que cuando este mar de lágrimas deje paso a los recuerdos tendré recuerdos tuyos como para llenar el resto de mi vida, como para ir teniéndote hasta que pueda, de una vez y para siempre, volver a tenerte a mi lado.
Te amo Feliche, amigo, hermano, compinche, confidente, gurú. Siempre me sentí tan bien vestida por vos nunca me sentí tan desnuda como hoy”.