Finalizó el Vive Latino 2017, el saldo es blanco, más que positivo. Superó las expectativas. Miles de melómanos formaron parte del Festival Iberoamericano de Cultura Musical.
Las protestas sociales fueron parte del Vive. El grupo The Cavernarios, punto focal del line up del festival, pidió amnistía para los “presos políticos del país”, mencionando a Abraham Cortés Ávila, Fernando Bárcenas Castillo y Jesse Alejandro Montaño Sánchez, detenidos entre 2013 y 2014. “Un país que se dice democrático no puede tener tantos”, dijo el vocalista Danny Lobo, detenido durante la marcha del 2 de octubre lo que le privó de estar en el debut de su banda en este festival en 2014.
Big Javy, vocalista de Inspector, también clamó por la unión entre los mexicanos en contra de cualquier circunstancia ante los políticos. Otros tantos, solistas y bandas, se unieron a los reclamos ante la situación socio política en México, y el mundo.
El Vive Latino contó con la sección Restart, un área exclusiva para personas con capacidades diferentes. Un concepto que no existe en ningún festival del mundo, según contó su CEO y editora Frix Anchondo. La Zona Restart estuvo presente en los escenarios Indio, Indio Plisner Plata y la Carpa Doritos, en los dos primeros casos plataformas de 16 metros de largo por seis metros de ancho, con capacidad para 170 personas, quienes ingresaron a esta zona contaron con alimentos, bebidas y obsequios, proporcionados por los patrocinadores del festival. Más que una buena idea, una necesidad en un nuevo México de inclusión y buena onda.
De la diversidad musical hasta la diversidad sexual, en el Vive todos encontraron un espacio de expresión. Los pequeños, los millenials, los chavorrucos, todos.
Pau Donés, líder de Jarabe de Palo, con 50 años y en contra del cáncer de colon, fue la muestra perfecta de amor por la música (y la vida).
Qué fin de semana nos regaló el Vive Latino. La diversidad fue el estandarte del festival de rock (casi siempre) más popular en América Latina.