Alejandro González Iñárritu dice que la única manera de comunicar la lucha entre una celebridad y su ego en “Birdman” era a través de tomas largas e ininterrumpidas que se mueven al ritmo de la vida.
Esas tomas amplias imitan el modo en que la gente ve el mundo: “Abrimos los ojos y andamos con una Steadicam todo el día, y no podemos escapar”.
“Cuando nos levantamos, no hay ediciones”, dijo el cineasta mexicano. “El único momento en que nuestra perspectiva es editada o cortada es cuando narramos historias ficción o vivimos un recuerdo de nuestras vidas. Pero en la realidad, nuestras vidas son absolutamente, todo el tiempo, solo lineales. Se mueven en una sola dirección”.
González Iñárritu sintió que tenía que capturar esa sensación de movimiento y meter a los espectadores en las perspectivas de los personajes para expresar esa noción tan personal e interna como el ego. Su creativa narrativa y su estética, en la que toda la película parece ser un solo plano secuencia, le llevó a conseguir nueve nominaciones a los Premios de la Academia el jueves, incluyendo a mejor director y mejor película, una experiencia embriagadora incluso para el ego más controlado.
En “Birdman”, el candidato al Oscar al mejor actor Michael Keaton da vida a Riggan Thompson, un ex superastro del cine acción que trata de que lo tomen más en serio montando una obra seria en Broadway. Emma Stone hace el papel de su perspicaz e impasible hija; Ed Norton de su arrogante colega en el teatro. Tanto Stone como Norton fueron nominados por sus actuaciones de reparto.
Emmanuel Lubezki, postulado por su electrizante cinematografía, guía a los espectadores por toda la acción: hacia arriba, a lo largo de pasillos, a través de ventanas. Calificó el trabajo como “un experimento que afortunadamente resultó bien”.
González Iñárritu se abstuvo de decir cómo lograron las fluidas tomas con una sola cámara “Preferiría tener el conejo en el sombrero” pero dijo que la estrategia inspiró a los actores y que a él lo hizo ser “más honesto” como cineasta.
Se requiere considerar y practicar por anticipado ritmo y tono, cosas que normalmente se manipulan en posproducción. En vez de múltiples tomas, hubo múltiples ensayos.
“Necesité explorar meticulosamente cada palabra, cada paso, cada movimiento, cada mirada de los actores para definir dónde estaría la cámara y a dónde iría”, dijo González Iñárritu. “Así que reunimos (al elenco) con mucho más tiempo para explorar los objetivos dramáticos y entender qué querían o necesitaban los personajes, o cómo iban a obtenerlo”.
Los largos ensayos les permitieron a los actores ser “dueños” de sus personajes y de sus palabras, dijo. Una vez que comenzó el rodaje, fue como “un espagueti sin fin que no puede cortarse”.
Los créditos del director nacido en México incluyen las más serias “21 gramos“, “Amores perros” y “Babel“, estas últimas dos también nominadas al Oscar. Para explorar la condición humana del ego optó por la comedia.
“Quise abordarlo con algo de humor, no ironía, no cinismo, literalmente tratar de ver esos hechos trágicos de la vida, de nuestra realidad bonita y patética como seres humanos”, dijo.
Quiso explorar la lucha dentro del ser con el ego ¿quién soy? ¿quién debo ser? mientras la relacionaba con el debate en el arte de qué importa más, el prestigio o la popularidad.
Ahora, con nueve nominaciones al Oscar, ¿le preocupa a González Iñárritu que su ego pueda sacar alas?
El realizador de 51 años dijo que trata de evitar que las nominaciones de la industria lo hagan sentir como ganador o perdedor, pero está agradecido por el apoyo y espera que el reconocimiento se traduzca en más espectadores para “Birdman”. Ya el haber hecho el filme se siente como una victoria.
“En el momento en que presentas algo y creas catarsis en la gente, has hecho algo que tiene un efecto emocionalmente y eso ya es artístico, sin importar si la gente lo considera bueno o no”, dijo. “Eso es algo que no es fácil, y me siento orgulloso de eso”.
Entonces la voz de Riggan, o quizás la de Birdman, se cuelan.
“Al mismo tiempo, la idea ilusoria de que tenemos un impacto que cambiará el alma de la humanidad y trascenderá el tiempo y la eternidad es una masturbación intelectual que me parece trágica y cómica”, dijo González Iñárritu. “¿A quién le importa?”