Mucho se ha culpado a los gatos de ser responsables de contagiarnos de toxoplasmosis, una infección relacionada con el alzhéimer, la esquizofrenia y el autismo.
Diferentes estudios aclaran que esto es provocado por un organismo microscópico unicelular llamado Toxoplasma gondii.
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Los gatos pueden contraerla al consumir carne de roedores, aves u otros animales infectados. Aunque así ocurra, generalmente no muestran síntomas, a menos que se expanda al hígado o sistema nervioso; en ese caso puede producir ceguera o ictericia, que es la coloración amarillenta de la piel y las mucosas.
En esos casos, que suelen ser muy pocos, es cuando la infección podría llegar a los humanos a través de las heces de los gatos.
Esto afecta también a poblaciones donde es más común que la gente coma carne cruda o con malos hábitos de higiene en su comida.
El organismo de toxoplasmosis puede sobrevivir durante más de un año, lo que aumenta la peligrosidad de la infección. Quienes lo contraen pueden no presentar síntomas o tener los similares a los de la gripe.
El problema aumenta para personas con sistemas inmunes débiles o a los fetos de las mujeres embarazadas.
Esto han descubierto los investigadores
La mayoría de los estudios que han relacionado a este organismo con las enfermedades mentales se han realizado en ratones.
Estos presentan comportamientos extraños como pérdida del miedo a la presencia de un gato, en algunos casos llegan incluso a dirigirse directamente hacia las fauces del felino.
Los científicos indican que esto ocurre debido a la alteración de la función cerebral que el toxoplasmosis provoca. Puede crear quistes en la región que procesa el miedo y la toma de decisiones.
También puede aumentar los niveles de dopamina, el neurotransmisor relacionado con la recompensa y toma de riesgos.
Otros estudios han revelado que aunque el toxoplasmosis no afecta directamente al cerebro, la inflamación generalizada que provoca se puede relacionar con los trastornos mentales.
Pese a estos resultados, no se ha podido comprobar que ocurra lo mismo en humanos.
Entonces, ¿Qué ocurre con los humanos?
Un estudio realizado en 2016 con 200 personas que contrajeron el organismo, afirmó que no hubo evidencia de que tuvieran más probabilidades de desarrollar alguna enfermedad mental.
Sin embargo, hubo un aspecto que no consideraron en la investigación: la edad en que los participantes se infectaron.
En cuanto a los pacientes que padecían esquizofrenia, esta se presenta a finales de la adolescencia; los voluntarios tenían 38 años, así que no pudo comprobarse qué ocurrió primero, si la toxoplasmosis o la enfermedad.
Otro estudio publicado a inicio de 2019, estudió la sangre de 80 mil personas, de las cuales, 151 padecían esquizofrenia. De ellos, 28 contrajo toxoplasmosis antes que el desorden mental. Por ello, señalaron que el organismo aumenta 2.5 en probabilidades de padecer dicha enfermedad.
Otros estudios han señalados que también se relaciona con el suicidio. Debido a que en algunas personas provoca inflamación que puede dañar las células cerebrales. Esto a su vez se manifiesta en una probabilidad siete veces mayor de suicidio que en personas sanas.
Pese a todos los estudios y pruebas realizados, los especialistas señalan que los riesgos de contraer toxoplasmosis y desarrollar una enfermedad mental son bajos. Además de que pueden prevenirse con vacunas, lo que reduce su peligro.