El futuro de la conducción está a la vuelta de la esquina.
Los vehículos que funcionan con hidrógeno y energía solar ya andan por las calles. También hay automóviles que nos llevan por el tránsito pesado mientras nos relajamos y enviamos mensajes de texto desde atrás del volante. Las unidades incluso utilizan radar, ondas ultrasónicas y cámaras para cambiar de carril y esquivar zonas de atasco.
Todas estas tecnologías todavía están en su fase de prueba, pero eso no ha impedido que las empresas automotrices y tecnológicas exhiban un nuevo paradigma de la conducción durante el International Consumer Electronics Show (CES) de esta semana. Es un mundo donde uno ya no se emociona por tomar el volante, sino que se relaja con un libro o una película mientras el carro nos lleva a nuestro destino.
Es también un futuro que no se materializará, según los fabricantes de automóviles, a menos que los legisladores de todo el mundo diseñen un nuevo marco legal.
Una simulación en el CES hecha por Delphi Automotive PLC, un proveedor de partes de automóviles y tecnología a importantes armadoras como Ford, GM y Volvo, mostró las posibilidades. Utilizando un inerte pero trucado Tesla Model S, el escenario imagina “carriles autónomos de conducción”, muy parecidos a los carriles exclusivos que hoy existen para los vehículos compartidos. Según la empresa, los automóviles pudieran entrar algún día en estos carriles y luego correr en piloto automático. La hazaña es posible hoy día con una mezcla de tecnología que mantiene a los coches en el carril y un control de crucero que adapta la velocidad del coche al vehículo enfrente de él.
Mientras avanza por el carril autónomo, los cristales del coche se escarchan y funciones que estaban deshabilitadas para el conductor como la reproducción de video desde un miniproyector se encienden. El usuario puede dedicarse a otras actividades, como navegar por la red o incluso tomar una siesta.
Cuando la salida del conductor se acerca, el coche se vuelve cada vez más insistente, exigiendo al conductor recuperar el control. Primero, el reproductor de video se detiene. Entonces una voz femenina dice: “Coloque ambas manos en el volante y mire hacia adelante en el sentido de la marcha”.
Por último, el asiento comienza a vibrar y una cámara orientada al rostro del conductor se asegura de que él o ella esté mirando el camino. El conductor toca una perilla giratoria, toma el control y maneja. La experiencia es similar a la de los pilotos que toman los controles para el despegue y el aterrizaje pero permiten que una computadora haga el resto.
“Estas tecnologías existen ahora y las automotrices aseguran que están listas para funcionar”, dijo Jim Travers, editor asociado de autos de la revista Consumer Reports. “En realidad no está tan lejos”.
Aunque la innovación tecnológica no es un problema, hay muchos topes en el camino hacia ese futuro. Los consumidores deberán aceptar la seguridad y confiabilidad de estos sistemas, los gobiernos deben elaborar y aprobar leyes, y las aseguradoras deben elaborar directrices para responder a preguntas difíciles como quién sería culpable en caso de accidente.
“Ese es uno de los mayores problemas para la industria en su conjunto para la tecnología autónoma“, dijo Glen De Vos, vicepresidente de ingeniería de la división de electrónica y seguridad de Delphi. “El marco jurídico tiene que seguir el ritmo. Hoy estamos muy en los pinitos”.
La regulación es un conjunto de retazos de todo el mundo. En Estados Unidos se han aprobado normas que regulan la conducción autónoma en Florida, California y Nevada, pero no a nivel nacional, por lo que es poco práctico para las automotrices vender estos vehículos de superalta tecnología en Estados Unidos. En Alemania se permite la conducción asistida por ordenador, pero sólo hasta una velocidad de 10 kilómetros por hora (6,2 millas por hora).
“Lo único que nos detiene es la materia legal”, dijo por su parte Patrick Heinemann, un ingeniero de sistemas avanzados de asistencia al conductor para Audi AG.
En el CES, la armadora alemana de lujo demostró lo que podía legalmente: estacionarse automáticamente en un ajustado lugar en la calle y luego en una cochera. El sistema utilizó visión con láser, sensores de ultrasonidos y un ordenador que se acomoda en una esquina del maletero. El conductor en las demostraciones sale del vehículo y mantiene presionado un botón de su teléfono inteligente mientras el coche hace el resto, incluso dar una vuelta en tres maniobras para no tocar a los coches adyacentes. Al soltar el botón se detiene el automóvil, para no pasar sobre algo en el último segundo.
En las pruebas, las unidades de Audi pueden mantener su carril y avanzar automáticamente en tráfico que avanza hasta 60 kilómetros por hora (37 millas por hora), dijo Heinemann.