Renovarse o morir. Al igual que ya ha pasado con otras industrias como la cinematográfica o la discográfica, la industria automovilística también deberá adaptarse a los cambios que el avance de la tecnología traiga.
Concretamente, las aseguradoras están comenzando a estudiar el comportamiento y las prestaciones de los sistemas de asistencia a la conducción con el fin de adaptar su oferta a las necesidades del mercado. Por ejemplo, el Insurance Institute for Highway Safety (IIHS) ha estado probando algunos de estos sistemas de ayuda a la conducción en su centro de Ruckerville (VA, USA) para conocer cuáles son algunas de las innovaciones que permiten evitar accidentes.
Sin llegar al supuesto de la conducción totalmente autónoma, donde la intervención humana será mínima (y, el error humano, también), ya existen sistemas de frenado de emergencia que reconocen luces de freno de otros vehículos y pueden detener automáticamente el vehículo sin intervención humana. Es de suponer que a medida que se implementen y mejoren estos sistemas, los accidentes decaigan y, por tanto, los conductores necesiten menos cobertura de sus seguros.
Por ello, el IIHS ha creado un grupo en su centro de Ruckerville para crear robots que examinen estos sistemas de asistencia a la conducción y poder seguir desarrollando el negocio en la dirección en la que éste se dirija. Y, compañías de seguros como Allstate ya están ofreciendo nuevos productos destinados a los autos conectados a la red. Por ejemplo, una aplicación que monitoriza el modo de manejar en carretera y, si mantiene un manejo seguro, le premia con bonificaciones como descuentos al pasar cerca de un restaurante. Renovarse o morir.