La responsabilidad afectiva
¿Conocemos qué es la responsabilidad afectiva? Sinceramente, y a ciencia cierta no. Sin embargo todos estamos aprendiendo y estamos en camino de: cuidar nuestra salud mental, deconstruirnos, ser nuestra prioridad y una larguísimo etcétera.
La responsabilidad afectiva debería enseñarse en los colegios e institutos a los niños pequeños a manera de regalo de vida, de introducción para ser buenas personas, empáticas, resilientes y pacientes. Porque es un valor que debe ser educado e instruido desde temprana edad, sobre todo en este mundo lleno de machismos, homofobia, xenofobia, transfobia y demás fobias ligadas a la poca o nula tolerancia de la diversidad de pensamientos.
Los valores de la amistad, amor y respeto
Entre los valores donde va implícita la responsabilidad afectiva también están al mismo nivel de importancia y relevancia en primer lugar el respeto, seguido por la empatía, amistad y el amor.
No se entiende uno sin el otro, donde siempre va incluida la paciencia, lealtad y solidaridad, esta última en conjunto de la compasión son las que más rigen nuestras vidas, y deberíamos conducirnos siempre en ese sentido.
Amistad
¿Qué es la vida sin amigos? Sencillamente nada. Nuestros primeros amigos son nuestras hermanas y hermanos, por eso cuando algo grave les sucede sentimos como si fuera un dolor o pesadumbre propia. Los amigos son esos compañeros, guías y cómplices que siempre procuran nuestro bienestar y que con sororidad, voluntad y amor recorren paralelamente nuestras vidas.
Y quizá en una amiga o amigo es donde por primera vez debemos mostrar la responsabilidad afectiva, porque ninguna relación por más sana o cercana puede funcionar y avanzar si no hay esa mística que conlleva el ser responsables con nuestros afectos, responsables y corresponder, no hay una sola relación que pueda ser sólo en una vía, siempre debe existir la correspondencia de afectos, compromisos y voluntades.
Amor
Que se entienda por amor más allá de una relación romántica de pareja. El amor es un todo, el amor es una experiencia única e irrepetible que todos experimentamos a lo largo de nuestras vidas y donde más demanda la responsabilidad afectiva mutua, la que no puede ser sólo de una persona sino compartida.
El amor merece respeto, lealtad, voluntad, honestidad, humildad, compasión y todos estos valores hacen que la responsabilidad afectiva sea una forma —casi—segura y garantizada que hará perdurar una relación de pareja, de esposas, esposos, padres e hijos, amigos, colegas, hermanas, hermanos.
El amor trasciende a la humanidad porque incluye el amor al universo que es este ente supremo que nos rige y dirige a todos, incluye a cada uno de los seres vivos que cohabitamos no sólo en la tierra sino en cada cada ente. Sin olvidar e insistir repetidamente que ¡amor es amor! Y el amor es todo.
Respeto
Ninguna relación sobrevive ni funciona sin respeto. En el respeto están incluidas las diferencias, las conversaciones incómodas así nos provoquen enfado o rechazo pero son necesarias. Esas charlas donde hay diferencias y cada persona expone sus miedos, inseguridades —también necedades— nos complementan primero como individuos y segundo como pareja.
Así sea con nuestros padres, hermanos, amigos y por supuesto cualquier tipo de relación de pareja que implique a dos e incluso más de dos. La responsabilidad afectiva demanda y exige respeto, solidaridad, aceptación ¡y comunicación asertiva!
La responsabilidad afectiva compartida
Vibramos alto mientras tengamos conciencia y una comunicación asertiva que nos llevará con mayor seguridad a la responsabilidad afectiva compartida. Sí, esa que demanda tiempo, sueños, ilusiones, deseos, reconocimiento, trabajo en conjunto e individual, paz, anhelos, esperanza, compasión, lealtad, seguridad individual y compartida.
La suma de los años nos dará la razón, sin embargo en el camino siempre habremos de ponderar y priorizar la responsabilidad afectiva comenzando por el afecto personal, la autoestima y el amor propio que sin duda nos ayudarán a recorrer mejor el camino de todas nuestras relaciones.
También el egoísmo, la incertidumbre, la apatía, la deshonestidad y deslealtad así como la indiferencia son fantasmas que seguro aparecerán y querrán hacerte ruido en tus conversaciones internas, es válido darles la cara y afrontarlos, sin embargo lo que es un hecho es que la responsabilidad afectiva es uno de los valores más fuertes que consolidan nuestras relaciones personales, íntimas y románticas haciendo a un lado los desasosiegos y confrontaciones.
A las Garime con amor: Ese amor que han demostrado que tiene responsabilidad afectiva, comunicación asertiva, paciencia, prudencia, tolerancia y por supuesto amistad y amor. Gracias por ser mi constante inspiración.