Diversos especialistas en psicología, psiquiatría y psicoanálisis, han planteado a lo largo de los años, desde Sigmund Freud con su teoría del desarrollo psicosexual; Jean Piaget o Arnold Gesell, quienes abordaron el desarrollo cognitivo y perceptivo desde los primeros meses de vida hasta las últimas etapas de la infancia; Lev Vygotsky y su análisis acerca de la influencia cultural como factor principal del aprendizaje en los primeros años de vida, que los primeros meses de vida son determinantes en la formación de la personalidad de cualquier niño y en su relación con el mundo exterior, ya que es en esta etapa, desde el nacimiento hasta el primer año de vida, cuando el niño adquiere confianza en el mundo exterior, por lo que los padres juegan un papel fundamental en la misma, ya serán en ellos los responsables de generar confianza en sus hijos, a partir de su relación con el niño.
A continuación te presentamos algunos de los factores que pueden influir en la generación de confianza en los niños desde pequeños, de acuerdo con la teoría del psicoanalista estadounidense de origen alemán Erick Erikson (1902-1994):
Erick Erikson, quien se dedicó a estudiar el proceso de socialización y cómo éste influenciaba en la personalidad de cada niño, existen ocho etapas en las que los niños comienzan un desarrollo en el ámbito psicosocial, que influyen en gran medida en el desarrollo de la personalidad, y que la finalización adecuada de cada una de ellas, da origen a una personalidad sana con interacciones sociales positivas.
1. Confianza frente a desconfianza
Desde el nacimiento hasta el primer año de edad, los niños comienzan a desarrollar la capacidad de confiar en los demás con base en la constancia, coherencia y permanencia de sus cuidadores. Por lo que si el niño desarrolla con éxito la confianza y seguridad en el mundo durante esta etapa, el niño tendrá un desarrollo psicosocial sano, por el contrario, si esto no se logra, el futuro del niño estará marcado por una sensación de ansiedad, inseguridad y desconfianza hacia el mundo.
2. Autonomía frente vergüenza y duda
Los niños comienzan a conocer y a afirmar su independencia entre el primer y el tercer año de vida, comienzan a caminar solos, a tomar decisiones, a tomar elecciones como con qué juguete jugar, qué ropa usar, qué comer, por lo que apoyar y motivar esta independencia es fundamental para que el niño adquiera confianza en el mundo exterior, pero no sólo eso, sino que genere y refuerce su confianza en sí mismo y en su capacidad de sobrevivir en el mundo. Sin embargo si se les critica, se les controla excesivamente o no se les da la oportunidad de afirmarse, pueden volverse desconfiados o excesivamente dependientes de los demás, carecer de autoestima, así como tener una sensación de vergüenza o dudas acerca de sus propias capacidades.
3. Iniciativa frente a culpa
De los tres años a los siete, los niños comienzan a tener mayor presencia con más frecuencia, comienzan a planear actividades, inventan juegos e inician actividades con otras personas, con esto, los niños desarrollan una sensación de iniciativa que les permite sentirse seguros y desarrollar su capacidad para dirigir a otras personas y tomar sus propias decisiones. Sin embargo, si la tendencia esta tendencia se ve frustrada con la crítica o el control, los niños desarrollan un sentido de culpabilidad, que puede llevarlos a que se conviertan en seguidores con falta de iniciativa.
4. Laboriosidad frente a inferioridad
De los seis años hasta la pubertad, los niños comienzan a desarrollar una sensación de orgullo por sus logros. Comienzan proyectos, los siguen hasta concluirlos y se sienten bien por lo que han alcanzado, por lo que el reconocimiento de sus triunfos se vuelve clave para el desarrollo de su confianza en ellos mismos y en el mundo exterior .
5. Sentido de identidad frente a confusión de papeles
Durante la transición de la infancia a la adolescencia, se busca adquirir una identidad distinta a la de la familia. Los niños se vuelven más independientes y comienzan a mirar hacia el futuro en términos profesionales, relaciones, vivienda, etc. En esta etapa, los niños exploran posibilidades y comienzan a formar su propia identidad, basándose en el resultado de sus exploraciones. Sin embargo, si este sentido de identidad, se ve obstaculizado, se puede generar una sensación de confusión sobre sí mismos y su papel en el mundo.
6. Intimidad frente a aislamiento
De los 20 a los 25 años, en la etapa de la adultes temprana, las personas comenzamos a entablar relaciones más íntimas con personas ajenas a la familia, que conducen a establecer relaciones satisfactorias, que generen una sensación de compromiso, seguridad y preocupación por el otro, dentro de un vínculo afectivo. Sin embargo, cuando se evita la intimidad y se le teme al compromiso y a las relaciones, esto puede conducir al aislamiento, a una sensación de soledad e inclusive a la depresión.
7. Generatividad frente a estancamiento
Durante la adultez, una etapa que dura de los 25 hasta los 60 años aproximadamente, se establecen metas, proyectos, se cursa una carrera, se establece una relación amorosa, se forma una familia, propia y se desarrolla la sensación de ser parte de algo más amplio. En esta etapa generamos la sensación de que aportamos algo a la sociedad, al criar a nuestros hijos, ser productivos en el trabajo, y participar en las actividades de la comunidad. Si no alcanzamos estas metas, nos quedamos estancados y se puede generar un sensación de frustración y de ser poco productivos.
Durante la adultez, en esta etapa que dura desde los 25 hasta los 60 años aproximadamente, somos capaces de establecer carreras, una relación, una familia propia y desarrollamos una sensación de ser parte de algo más amplio. Comenzamos un proceso de aportamos algo a la sociedad al criar a nuestros hijos, ser productivos en el trabajo, y participar en las actividades y organización de la comunidad. Si no alcanzamos estos objetivos, podemos quedarnos estancados y con la sensación de no ser productivos.
8. Integración frente a desesperación
En esta etapa, durante la senectud, tendemos a disminuir la productividad explorando la vida como personas jubiladas. Durante este periodo somos capaces de contemplar los logros personales, desarrollando integridad si consideramos que hemos llevado una vida adecuada a nuestros ideales y deseos. En caso que consideremos que nuestras vidas son improductivas, nos sentimos culpables por nuestras acciones y conductas, consideramos que no alcanzamos las metas en nuestra vida. La tristeza y la desesperación, a menudo considerado como depresión, son el resultado del fracaso de esta etapa.