Objetivizar a la mujer, o cosificarla surge de las ideas feministas que dicen hacer de la imagen de la mujer una cosa u objeto, algo a lo que regularmente recurren las campañas publicitarias. Hoy en día, la cosificación de la mujer se ha vuelto más relevante, en una sociedad devorada por el consumismo y donde las mujeres han pasado a convertirse una mercancía dedicada al disfrute de las masas. Esta forma de violencia simbólica somete a todas las mujeres a través de la publicidad, las revistas, las series de televisión, las películas, los videojuegos, los videos musicales, las noticias, entre otros medios.
Las mujeres se ven todos los días en medio de una especie de culto como objeto para ser utilizado, la cosificación sexual consiste en representar o tratar a una persona como un objeto sexual, ignorando sus cualidades y habilidades intelectuales y personales y reduciéndolas a meros instrumentos para el deleite sexual de otra persona.
El daño causado por la ampliamente usada cosificación de la mujer en la cultura popular no es puramente teórico. Más de diez años de estudios muestran los efectos nocivos para las niñas y mujeres de crecer y vivir en una sociedad cosificadora.
El cuerpo de una mujer es un templo sagrado de vida, no un regalo, un mueble, un objeto cualquier para ser cosificado.