1. Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás, y no solamente judíos.
Ana Frank
2. Escribir poesía después de Auschwitz es barbarie.
Theodor Adorno
3. Los ojos que han contemplado Auschwitz e Hiroshima nunca podrán contemplar a dios.
Ernest Hemingway
4. Cómo podría yo negar el poder del mal cuando veo lo que ocurre y ha ocurrido desde el día que nací: la segunda guerra mundial, con sus más de cuarenta millones de víctimas; Auschwitz y los campos de la muerte; el genocidio camboyano; la sangrienta tiranía del régimen de Ceau?escu; la tortura convertida en sistema de gobierno en casi todo el planeta… La lista de horrores es interminable. […] Creo, por tanto, que tenemos razones para calificar estos actos de diabólicos. No porque hayan sido inspirados por un Diablo con cuernos y pezuñas, sino por un Diablo que simboliza el espíritu y el poder del mal que obra en este mundo.
Jean Delumeau
5. Alguien que ha vivido cuarenta años en un campo de prisioneros no sabe vivir de otra forma y busca siempre algo parecido al campo.
Svetlana Alexievich
6. La segunda guerra mundial introdujo la guerra total, sin principios en los métodos, sin límite en la violencia y sin discriminación en las víctimas. Los hornos de Auschwitz y la incineración atómica de Hiroshima y Nagasaki grabaron un capítulo aún más funesto en la crónica de la brutalidad humana.
Bernard Lown
7. Nosotros, los que sobrevivimos a los campos de concentración no somos testigos verdaderos. Nosotros somos los que, a través de la prevaricación, la habilidad o la suerte, nunca tocamos fondo. Los que estuvieron y vieron el rostro de la Gorgona, no regresaron, o regresaron sin palabras.
Primo Levi
8. El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga con su cruz, le da muchas oportunidades -incluso bajo las circunstancias más difíciles- para añadir a su vida un sentido más profundo.
Viktor frankl
9. Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldecida y siete veces sellada. Nunca olvidaré aquel humo. Nunca olvidaré las caras pequeñas de los niños, cuyos cuerpos vi convertirse en espiral de humo bajo un silencioso cielo azul. Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe. Nunca olvidaré ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir.
Elie Wiesel
10. Henos aquí en compañía de la muerte -escribió otro internado-. Tatúan a los recién llegados. A cada cual le corresponde un número. A partir de ese momento pierdes tu personalidad y te transformas en un número. No eres lo que eras antes, sino un número ambulante desprovisto de valor… Nos aproximamos a nuestras nuevas tumbas… Aquí en el campo de la muerte impera una disciplina de hierro. Nuestro cerebro se ha embotado, los pensamientos están numerados: no es posible asimilar este nuevo lenguaje…
Jerzy Kosinski