En una declaración a la prensa, el Consejo de Seguridad se refirió a la sistemática ejecución de civiles sucedida entre el 14 y el 16 de abril, en el que los victimarios asesinaron incluso a civiles que habían buscado refugio de la violencia en una mezquita, una iglesia y un hospital.
Deploró además el uso de estaciones de radio para que algunos grupos propagaran el odio sectario y el uso de la violencia sexual, tal como previamente había denunciado la Misión de Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS).
El órgano ejecutivo de la ONU urgió además a detener las violaciones a los derechos humanos en ese país, y llamó al gobierno de Sudán del Sur a tomar medidas para garantizar la protección de todos los civiles en el país.
Asimismo, el Consejo de Seguridad solicitó a la oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos que inicie una investigación sobre lo sucedido en Bentiu.
Advirtió también que estaba dispuesto a tomar medidas adicionales en caso de que continúen las agresiones contra civiles, lo que significa que podrían considerar adoptar sanciones contra grupos o individuos que sean percibidos como responsables de los ataques.
Mientras tanto, la UNMISS informó que un convoy de barcazas contratado para transportar asistencia humanitaria hacia su base en Malakal, en el estado del Nilo Alto, fue atacado este jueves por asaltantes no identificados.
Las embarcaciones cargadas con alimentos y combustible fueron agredidas con armas de fuego y granadas, que causaron heridas a cuatro tripulantes y cascos azules de la UNMISS.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió este jueves que las dos partes en conflicto deben ser conscientes de las consecuencias de sus acciones antes de que el país más nuevo del mundo, independizado apenas en 2011, sea afectado por mayor violencia.
De acuerdo con la ONU, el conflicto iniciado en diciembre pasado en Sudán del Sur ha causado el desplazamiento de 780 mil civiles de sus lugares de origen, de los cuales 78 mil se han refugiado en bases de este organismo internacional.
La violencia comenzó luego de que el presidente Salva Kiir, de la etnia Dinka, acusara al ex vicepresidente sudsudanés, Riek Machar, asociado con la etnia Nuer, de encabezar un golpe de Estado.